Realizar actividades científicas en el espacio nunca es sencillo. Imagínate intentando estudiar una región específica del Sol con gran detalle, desde 150 millones de kilómetros de distancia, con menos de cinco minutos para llevar a cabo el trabajo.
Esta es la tarea a la que se enfrentaba el proyecto CLASP. CLASP es un telescopio de alta tecnología que fue introducido en un cohete y lanzado al espacio en 2015. Esta semana los científicos han acabado por fin su análisis de las imágenes que tomó.
Una vez en el espacio, CLASP fue expulsado del cohete y sólo tuvo cinco minutos para realizar observaciones sin rival del Sol, a 150 km de altura sobre la Tierra. Luego empleó un paracaídas para aterrizar de nuevo en nuestro planeta.
Gracias a CLASP los científicos han sido capaces de explorar el campo magnético de la capa más alta de la superficie del Sol en detalle ¡por primera vez en la historia!
Midió un tipo de luz muy concreto que procede de esta región del Sol y que es muy sensible a los campos magnéticos. Viendo cómo ha sido alterada la luz, los científicos pueden averiguar la intensidad del campo magnético y su dirección.
¿Pero por qué molestarse estudiando el campo magnético? Bueno, no sólo juega un papel crucial en la forma de las capas de la superficie del Sol, también actúa como un canal para que el material y la energía salgan del Sol. Una parte se dirige hacia nosotros en forma de potentes fulguraciones que pueden averiar nuestros satélites y afectar a los astronautas de la Estación Espacial Internacional.
¡Conocer mejor cómo libera el Sol estas explosiones de energía nos ayudará a defendernos de ellos!
CLASP es lo que llamamos un ‘cohete sonda’. Estos cohetes se utilizan para transportar instrumentos a entre 50 y 1500 kilómetros de altura sobre la Tierra, en algún lugar entre los globos meteorológicos y los satélites. La altura máxima para los globos es de 40 kilómetros y la mínima para los satélites es de 120 kilómetros.