Los rayos X son una versión más potente del tipo de luz normal que nuestros ojos pueden ver. Los rayos X pueden atravesar cosas que la luz ordinaria no puede, como madera y plástico, porque tienen más energía.
Esta habilidad puede ser, de hecho, muy útil. Por ejemplo, los rayos X pueden atravesar la piel y los músculos de las personas, y así los médicos pueden ver sus huesos debajo.
Los rayos X también son empleados para estudiar objetos cósmicos. En los hospitales, las imágenes en rayos X nos muestran una silueta de nuestros huesos, pero en astronomía fotografiamos el propio objeto que produce los rayos X.
Las imágenes de arriba muestran Plutón, un planeta enano situado en los confines de nuestro Sistema Solar. La imagen de la izquierda muestra Plutón en luz normal y la mancha azul de la derecha es la luz en rayos X de Plutón.
El hecho de que podamos ver rayos X procedentes de Plutón es sorprendente. Mundos fríos, rocosos como Plutón no tienen modo de crear estos potentes rayos X. Los científicos piensan que el responsable es el Sol.
El Sol no solo emite calor y luz, sino también un flujo de partículas que fluyen desde él. Allí donde estas partículas encuentran la atmósfera de un planeta, se crean rayos X.
Pero Plutón se encuentra a 6.000 millones de kilómetros del Sol. A esta distancia simplemente no hay suficientes partículas alcanzando al planeta enano que expliquen por qué su brillo en rayos X es tan intenso.
Necesitamos imágenes más profundas y detalladas de los rayos X procedentes de Plutón para resolver este misterio con certeza. Pero una explicación posible es que exista una larga cola de gas, como las que vemos en cometas, que podría estar viajando detrás de Plutón.
Plutón se halla a 6.000 millones de kilómetros de la Tierra. La luz tarda unas 5 horas en recorrer esa distancia, ¡incluyendo los rayos X que crearon esta imagen!