Imagina que tus padres te están llevando a casa en coche después de una tarde en casa de tus abuelos. Viajando por una oscura carretera por el campo miras hacia arriba y ves una difusa pirámide de luz saliendo por el horizonte. Parece la luz de algún pueblo cercano, pero no hay pueblos en esa dirección. Podría ser el Sol a punto de salir, pero sólo hace una hora que se puso. Así que, ¿de qué se trata?
Este misterioso resplandor se llama “falso amanecer” o “luz zodiacal”. Está causado por luz solar que se refleja en oscuro polvo cósmico del Sistema Solar. Estos granos rocosos son material sobrante de cuando se formaron los planetas y las lunas hace casi 5 mil millones de años.
Combinando la potencia de cuatro telescopios muy grandes en un solo supertelescopio, los astrónomos han conseguido la capacidad de mirar de cerca casi 100 estrellas lejanas. Y han descubierto la fantasmagórica luz zodiacal brillando alrededor de nueve de ellas, ¡exactamente como la vemos en nuestro propio Sistema Solar!
El brillo alrededor de estas lejanas estrellas es producido por el rebote de la luz de la estrella contra el polvo cósmico. Este polvo está hecho de asteroides rotos y cometas fundidos. Aunque esta luz puede ser un hermoso y excitante descubrimiento, no todo son buenas noticias.
La búsqueda de planetas alrededor de otras estrellas es una tarea muy difícil. Estos mundos alienígenas están tan lejos que se ven tremendamente pequeños y oscuros. Esto hace casi imposible fotografiarlos.
De hecho, de los casi 2000 planetas que han sido descubiertos alrededor de estrellas lejanas, ¡sólo unos 20 han sido fotografiados! El resto han sido descubiertos empleando trucos inteligentes, como la “observación de bamboleos”.
Como unos faros brillantes en una carretera oscura, el resplandor de la luz del falso amanecer haría incluso aún más difícil detectar cualquier planeta de tipo Tierra que se encontrara dentro de un lejano sistema solar.
¡La luz zodiacal observada alrededor de estas 9 estrellas es 1000 veces más brillante de la que vemos en nuestros propios cielos nocturnos!